“No está muerta”. Con esas palabras, familiares de Alicia Matías desmintieron una de las noticias más virales tras la explosión de una pipa de gas en Iztapalapa, Ciudad de México. Ella fue reportada como fallecida tras el siniestro, pero en realidad sigue viva y fue trasladada a un hospital.
Una abuela, una explosión y un acto de amor
Alicia no solo sobrevivió. Salvó la vida de su nieta envolviéndola con su cuerpo al momento de la explosión. Su acto de amor fue descrito por testigos como un gesto de “madre valiente” que protegió con su vida a una niña de apenas tres años.
¿Cómo fue que la dieron por muerta?
La confusión ocurrió en el caos posterior a la tragedia. Según testigos, el cuerpo de otra mujer fue identificado erróneamente como el de Alicia. El nombre de Alicia apareció en listas oficiales de fallecidos, y su supuesta muerte fue replicada por varios medios nacionales.
¿Quién responde por este error?
La Secretaría de Salud de CDMX confirmó más tarde que Alicia estaba viva, internada y estable. Sin embargo, no se ha ofrecido una disculpa oficial por el error ni se han detallado las responsabilidades de quienes difundieron la información falsa.
“Mi mamá está viva. Sufrió quemaduras, pero no está muerta. No entiendo cómo pudieron cometer ese error”, dijo su hija entre lágrimas a medios locales.
¿Y la atención médica?
Alicia está siendo atendida por quemaduras de segundo grado. Su familia pide que se garanticen sus cuidados y se reconozca públicamente su historia como la de una heroína urbana que merece algo más que un mal registro.
¿Quién repara el daño emocional?
Este caso pone en evidencia la precariedad institucional para manejar crisis humanas con dignidad. Reportar a una persona como fallecida sin certeza no solo lastima a las familias, sino que borra historias de resistencia que deben contarse.
Esto no termina aquí…
¿Cuántas otras “Alicias” han sido mal nombradas, maltratadas o invisibilizadas por un sistema que no verifica ni repara? Hoy, Alicia Matías vive. Y su historia nos obliga a mirar de frente nuestras fallas colectivas.
¿Tú qué opinas? ¿Debe el gobierno ofrecer una disculpa pública?
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