Washington, julio de 2025. El reloj marcaba las 9:00 a.m. cuando una delegación mexicana ingresó a la sala de conferencias del Departamento de Estado de EE. UU. No era una visita protocolaria.
En el rostro de los representantes de Economía, Relaciones Exteriores, Hacienda, Seguridad y Energía, se notaba la tensión. Sobre la mesa: nuevas tarifas arancelarias que podrían entrar en vigor el 1° de agosto, afectando directamente a empresas, cadenas de suministro y empleos en ambos lados de la frontera.
Una mesa permanente frente a un escenario urgente
Este viernes 11 de julio, quedó formalmente instalada la mesa permanente binacional entre México y Estados Unidos, convocada por el Departamento de Estado, y en la que participaron organismos clave como el Consejo de Seguridad Nacional y la Oficina del Representante Comercial.
Se abordaron temas estratégicos como seguridad, migración, frontera y gestión de aguas. Pero fue el componente económico el que marcó el pulso de la conversación.
Estados Unidos informó que todos los países —incluido México— recibirán una carta oficial del presidente estadounidense notificando nuevas tarifas comerciales a partir del 1° de agosto.
México responde: negociación activa para proteger empleos
Desde el primer momento, la delegación mexicana dejó clara su postura: “No estamos de acuerdo. Es un trato injusto”. México propuso que la mesa permanente trabaje, con carácter prioritario, en una alternativa antes de la fecha límite para evitar la entrada en vigor de los aranceles.
“Resulta muy relevante haber establecido desde el 11 de julio la vía y el espacio necesarios para resolver cualquier posibilidad de que entren en vigor nuevos aranceles”, señaló un portavoz oficial.
El impacto potencial: más allá de las cifras
Estas tarifas amenazan con afectar sectores estratégicos como el automotriz, energético y agroindustrial. Además, miles de empleos directos e indirectos podrían verse comprometidos.
En un contexto postpandemia, donde las cadenas de valor apenas comienzan a estabilizarse, el impacto podría ser considerable.
Por ello, la negociación no es solo un acto diplomático, sino una medida urgente para blindar la estabilidad económica de la región.
¿Una nueva etapa en la relación comercial?
Expertos señalan que esta coyuntura puede abrir la puerta a una revisión más profunda del T-MEC, así como a un nuevo enfoque binacional en política industrial y laboral.
“Lo que está en juego no es solo la tarifa, sino el modelo de integración entre ambas economías”, opinó el analista Enrique Dussel Peters.
Reflexión final
Mientras el tiempo corre, la diplomacia se convierte en el instrumento clave para evitar una escalada comercial.
Lo que ocurra en estas semanas podría marcar el rumbo de la relación económica entre México y Estados Unidos para los próximos años.
¿Y tú qué opinas? ¿Deben aceptarse nuevas condiciones comerciales o resistir en defensa de la industria nacional? Déjanos tu comentario. Continuará…
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