En 2002, un niño de San Salvador Atenco preguntó a su abuelo por qué el agua salía del suelo si no había llovido. “Es el lago”, respondió. “Nunca se fue del todo. Solo lo taparon”. Esa misma tierra fue la que intentaron cubrir con concreto años después para el aeropuerto de Texcoco. Y esa misma tierra hoy está viva, respirando, humedeciéndose, recordándonos lo que no quisimos entender.
Texcoco no es Kansai ni Nueva York
En redes sociales y foros técnicos, algunos nostálgicos del NAICM siguen comparando el proyecto cancelado de Texcoco con grandes obras como el Aeropuerto de Kansai (Japón) o el JFK (Nueva York). Alegan que si otros países pueden construir sobre el mar, ¿por qué México no pudo hacerlo sobre un lago?
La respuesta es sencilla pero contundente: no es lo mismo construir sobre el mar que sobre un lago vivo en una cuenca cerrada y arcillosa como la del Valle de México.
El mar: pilotes, plataformas e ingeniería costosa
El aeropuerto de Kansai fue construido sobre una isla artificial en la bahía de Osaka, con millones de toneladas de material de relleno y una base técnica diseñada para compensar el hundimiento. A pesar de eso, el aeropuerto se ha hundido más rápido de lo previsto, obligando a costosas adaptaciones continuas.
El JFK, aunque no está en mar abierto, se construyó sobre zonas de humedales y pantanos estabilizados con pilotes profundos y compactación especializada. La clave: el mar y los humedales costeros permiten ciertas formas de cimentación si se respetan sus dinámicas hídricas.
El lago de Texcoco: suelo salino, vida silvestre y hundimiento imparable
El caso de Texcoco es distinto. Ahí se pretendía construir sobre un lago, con suelo altamente salino, húmedo y arcilloso, en una zona donde el agua subterránea mantiene presión constante. El terreno se hundía entre 20 y 40 cm por año. Técnicamente: una trampa geológica.
Además, Texcoco no era un terreno “vacío”. Era un ecosistema vivo con aves migratorias, humedales, microfauna y flora endémica. La afectación no solo era técnica, era ecológica y cultural.
La naturaleza ya habló… y está volviendo
Desde la cancelación del NAICM, el lago de Texcoco ha mostrado signos de regeneración. Hay retorno de aves, humedales naturales y proyectos de conservación en marcha. Donde iba a haber una terminal de acero, hoy hay vida.
¿Qué nos dice esto? Que la naturaleza en Texcoco nunca se fue. Solo la ignoramos.
Reflexión crítica
Insistir en que Texcoco debió ser como Japón es no entender a México. Es negar nuestra geografía, nuestra historia hidráulica, y nuestra oportunidad de reconciliarnos con el medio ambiente. Hay decisiones que cuestan políticamente, pero salvan ecológicamente. Esta fue una de ellas.
Porque cuando construyes sobre el mar, puedes cimentar. Pero cuando intentas imponer concreto sobre un lago con memoria, la naturaleza lo recuerda… y lo reclama.
¿Y tú qué opinas? ¿Seguiremos comparándonos con modelos ajenos o aprenderemos a escuchar lo que esta tierra nos dice?
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