Viernes por la noche, saliendo del trabajo o de la escuela, el destino era el mismo: el Estadio Corregidora. Se jugaba el Clásico de la 57, un duelo que nació en la segunda división y que hoy, con el paso de los años, sigue siendo una cita obligada en la Liga MX.
Historias en la tribuna
“Vengo con mi nieta al clásico. Siempre me decía que quería venir al estadio; hoy se dio la oportunidad y aquí estamos”, contó un aficionado queretano minutos antes del inicio. Era más que un partido: era tradición, herencia y familia.
Un estadio pintado de azul y negro
El Corregidora se transformó en un mural vivo. Cánticos y una afición que no dejó de acompañar a su equipo. En un punto de la noche, los cánticos de protesta contra Benjamin Mora se hicieron escuchar, pero el resultado cambió la narrativa: al final, lo que predominó fue la fiesta.
La primera victoria y la celebración
Gallos consiguió su primera victoria del torneo ante el rival más esperado.
Familias, amigos y aficionados celebraban sin importar la lluvia que caía sobre Querétaro. La conexión entre jugadores y tribuna se hizo evidente: cada gol, cada grito y cada aplauso reforzaban la complicidad entre ambos.
La ciudad en modo clásico
En las inmediaciones del estadio, tras el silbatazo final, no había prisa por irse. Las sonrisas, los abrazos y los cánticos seguían. La gente salía del estadio todavía con la adrenalina del triunfo, con esa sensación de que el futbol también puede sanar y unir.
El Clásico de la 57 volvió a recordarnos que el futbol es más que noventa minutos: es identidad, comunidad y pasión. Y en Querétaro, anoche, todo eso se vivió con una intensidad única.
¿Y tú, cómo viviste el Clásico de la 57? Cuéntanos tu experiencia en los comentarios.
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