“Aquí en la comunidad, decidimos que lo primero es empedrar el camino que conecta con la clínica. Lo hablamos todas y todos en la asamblea. Por primera vez, el dinero llega directo a nuestras manos”, cuenta Gloria Cruz Jurado, autoridad indígena de San Juan Dehedo. Su voz resume una transformación silenciosa pero profunda: el regreso del poder a las comunidades.
La entrega histórica del FAISPIAM
Desde Amealco de Bonfil, en Querétaro, la Presidenta Claudia Sheinbaum entregó 139.9 millones de pesos del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social para Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas (FAISPIAM). Este recurso beneficiará a 176 comunidades originarias en el estado, incluyendo 39 en el municipio anfitrión.
El objetivo: que sean las propias comunidades quienes decidan, administren y ejecuten obras básicas como caminos, agua potable o electrificación.
Un cuarto nivel de gobierno
“Existe un cuarto nivel de gobierno: el de las comunidades y pueblos indígenas y afromexicanos”, subrayó Sheinbaum. Esta afirmación no es solo simbólica: se refleja en la reforma al artículo 2º constitucional, que los reconoce como sujetos de derecho con presupuesto directo.
La fuerza de las mujeres indígenas
En esta nueva forma de gobernar, las mujeres tienen un papel esencial. Ellas son las tesoreras de los recursos del FAISPIAM, administrando con transparencia los fondos asignados.
“Es una revolución silenciosa”, comentó Ariadna Montiel, secretaria de Bienestar. Más de 20 mil comunidades en el país ya ejercen este derecho.
El rostro indígena en la Suprema Corte
En un gesto que refuerza esta transformación, la presidenta celebró la elección de Hugo Aguilar Ortiz, un jurista mixteco, como nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Su elección, vía voto popular, marca un precedente en la historia del país.
Un México que se reconfigura desde su raíz
El director del INPI, Adelfo Regino Montes, explicó que el FAISPIAM impacta directamente en comunidades otomíes, pames y huastecas en Querétaro. “La diferencia es que ahora, el dinero no se decide en un escritorio, sino en una asamblea comunitaria”.
Reflexión final
La entrega de estos recursos no es solo una cifra: es la validación de una forma de organización ancestral que hoy se reconoce como esencial para el futuro democrático de México.
¿Será este modelo replicable en otros sectores del gobierno? ¿Podría ser la base de una nueva relación Estado-comunidad?
¿Y tú qué opinas? Déjanos tu comentario y comparte esta historia que marca un antes y un después en la relación entre el poder y los pueblos originarios.
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