GABRIEL BORIC FONT, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CHILE: Muy buenas tardes.
Mexicanos, chilenos, chilenos mexicanos, todos mezclados por el mismo cariño y agradecimiento recíproco:
Quiero expresar en esta oportunidad mi saludos y gratitud al gobierno y al pueblo de México representados por su presidente Andrés Manuel López Obrador y su esposa Beatriz Gutiérrez Mueller, que nos honran con una visita inédita, que comentábamos recién en La Moneda, en la instancia oficial que tuvimos, pero hoy día acá en esta casa lo hacemos quizá en un espacio un poquito más íntimo, que cuando tuvimos la oportunidad de ir a México.
Tuvimos un almuerzo largo, un almuerzo largo en donde conversamos de lo humano y lo divino. Y yo sabía que el presidente de México no era asiduo a los viajes que no fueran dentro de su territorio, porque también nos contó cómo había recorrido de punta a cabo todo el territorio mexicano hasta las colonias más chicas y, sin embargo, cuando lo invité a participar junto a Beatriz, que ya había estado acá, en la conmemoración de los 50 años no lo dudó ni un segundo.
Y me contó, en ese momento nos contó, con Irina, el impacto que tuvo en él el momento en que se entera del sacrificio de Salvador Allende en su primer año como estudiante viniendo de Tabasco, si no me equivoco, en la Universidad Nacional Autónoma de México y el impacto que eso le provocó a toda su generación y que, por lo tanto, esa inspiración democrática de Allende bien valía un viaje a Chile para rendirle honores como corresponde.
Saludo también a Alicia Bárcena, a quien consideramos parte de nosotros.
Y quiero agradecer por su hospitalidad a la nueva embajadora de México en Chile, Laura Moreno, a toda la comitiva mexicana que ha llegado a nuestro país a propósito de los 50 años del golpe.
Y, por cierto, a la senadora Isabel Allende, hoy condecorada con esta máxima distinción que otorga México a una persona extranjera, la Orden del Águila Azteca.
A la familia Allende, que ha sido tremendamente generosa, tremendamente generosa con Chile pese a haber recibido ingratitud de vuelta por demasiado tiempo, que ha sido tremendamente generosa con nuestro gobierno y, en particular, conmigo.
Es muy significativo que con esta conmemoración nuestros hermanos y hermanas mexicanas hayan decidido homenajear también con esta distinción o recuperar el homenaje con esta distinción al presidente Salvador Allende, a quien hoy día recordábamos en Morandé 80, en la exposición que hicimos de sus zapatos del día del 11 de septiembre de 1973 que va a estar a disposición durante el mes de septiembre, del caminar de un demócrata.
Y quiero recalcar esto con mucha fuerza, porque hoy día hay revisionistas de la historia que pretenden cuestionar la calidad de demócrata del presidente Salvador Allende. Hoy día mismo en la mañana, un alto dirigente de uno de los partidos de derecha responsabilizaba a Salvador Allende del quiebre de la democracia. Y como presidente de Chile quiero decir con mucha fuerza que un demócrata hasta el minuto final como presidente Allende no es el responsable del quiebre de la democracia, esa responsabilidad recae en quienes azuzaron y en quienes materialmente ejecutaron el bombardeo al Palacio de La Moneda, a nuestras instituciones y desde ese mismo día e instante asesinaron, mataron y torturaron.
Por decir esto hay quienes nos acusan de polarización, de instigar la polarización, como si fuera posible convertir a partir de una revisión histórica a las víctimas en victimarios. Y yo les digo que para eso no estamos disponibles porque, podrá haber mucha discusión respecto a los procesos políticos, a los errores, a las cosas que se debieron haber hecho diferentes, pero en democracia siempre hay alternativas a la violencia. Y ese día hubo quienes optaron por romper con la democracia, y no fue el presidente Salvador Allende, sino él la defendió hasta el final.
Se han compartido en estos días muchísimos recuerdos y la memoria nos ha dejado recuperar pequeñas y grandes historias, recuerdos históricos e íntimos, porque entre Chile y México hay una memoria compartida y en esto permítanme recomendarles nuevamente el libro que acaba de sacar la senadora Allende sobre esa semana y la solidaridad con México en particular se entrelaza de manera tremenda, parte del libro de la senadora en el aeropuerto de Cerrillos, me imagino, no de Pudahuel, de Cerrillos era todavía.
Llegando junto con Hortensia Bussi, desde México el 8 de septiembre de 1973, porque habían sido enviadas en representación de Chile por el presidente Allende para ofrecer la solidaridad del gobierno chileno, que aún en los momentos de dificultades que enfrentaba se hacía presente materialmente para ayudar al pueblo mexicano que había sufrido el terremoto más grande su historia hasta ese momento, el de Veracruz, antes del 85.
Y cuenta la senadora Allende en ese libro que su padre, el presidente, las va a buscar al aeropuerto. Y es el relato de toda esa semana, del 8 al 15, en donde México está permanentemente presente a través de los datos que acá mismo se han dado del embajador Gonzalo Martínez Corbalá y de esa valentía que es realmente estremecedora, porque es un coraje que uno no sabe de dónde sale.
Hace poco un ministro me decía que cuando estuvo clandestino cerca de seis años es cuando le salió una fuerza que no sabía que tenía. Y me imagino que es un momento de dolor, de desgarro, de incertidumbre, generan también estas cosas inauditas y estos movimientos de solidaridad mundial.
Y por eso también, tal como homenajeamos al presidente Allende —creo que bien vale en esta hora y como lo dije en la mañana— homenajear la memoria de Hortensia Bussi, quien fue embajadora de la dignidad, de la resistencia chilena y articuladora de la solidaridad de la resistencia chilena en el exilio.
Creo que no había tenido la oportunidad de estar en esta embajada, residencia, y resulta extraño verla así, porque solamente me la imaginaba en los recuerdos que me había contado Lucho Maira, hacinados cientos de personas en este lugar en donde incluso afuera se llegó a fusilar a personas por tratar de entrar a buscar el asilo contra la opresión.
Y hoy día verlos acá en este espíritu de compañerismo, de alegría, de reencuentro, porque esto no es solo tristeza, es también alegría. Y quiero reivindicar esa dimensión de esta conmemoración, de que no nos mataron a todos, de que estamos vivos, de que el legado del presidente Allende sigue presente, de que su gesto de valentía se trasmitió de generación en generación.
Hoy día la senadora Allende me decía: ‘Qué bonito que podamos hacer también esta transmisión generacional’.
Y en eso Allende era tremendamente claro. De hecho, en su discurso en Guadalajara hay un momento en que lo dice de manera muy clara, dice: ‘Y porque una vez fui universitario hace largos años, no me pregunten cuántos, porque pasé por la universidad no en búsqueda de un título solamente. Porque fui dirigente estudiantil y porque fui expulsado de la universidad. Puedo hablarles a los universitarios a distancia de años, pero yo sé que ustedes saben que no hay querella de generaciones —algo que sería bueno que integremos nosotros acá también— porque hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, y entre esos me encuentro yo’.
México en la misma noche del golpe emitió un claro, un contundente comunicado condenando los hechos en contra del régimen constitucional del presidente Salvador Allende y dando todas las facilidades de asilo a su familia, a sus colaboradores y a cualquier chileno, chilena que requiriese la protección de la bandera mexicana.
Y si bien prontamente, en el 74, el gobierno mexicano tomó la decisión de romper las relaciones diplomáticas con la dictadura cívico militar, estas se reestablecieron recién conseguida la democracia, recuperada la democracia de los 90, nunca se cortaron los lazos de solidaridad entre nuestros pueblos, porque México fue hospitalario con el exilio chileno, que llegó a contar con una comunidad de más de tres mil compatriotas, donde muchos hicieron familia allá.
He tenido la oportunidad de estar en casas de familiares del exilio y fue especialmente preocupado y diferente con la situación del presidente Allende y su familia, recibiendo a Hortensia Bussi y a su hija Carmen Paz, e Isabel Allende en sus tierras, un gesto y una actitud que agradecemos profundamente como país. Además, la casa de Chile en México cumplió un rol central en la acogida de nuestros compatriotas y se convirtió en un referente intelectual de la acción política y cultural del exilio.
Durante esos años hubo un importante intercambio entre chilenos y chilenas en diferentes partes del mundo, pero México fue uno de sus epicentros, en donde el mundo académico, político, intelectual, en conjunto con los partidos mexicanos impactó en los procesos de autocrítica y renovación de la izquierda chilena como en las fuerzas políticas mexicanas de aquel entonces. México fue entonces refugio, pero también resistencia a la dictadura chilena y desde donde se acentuaron los lazos de solidaridad que nos unen hasta hoy.
Porque tal como decíamos en La Moneda, recién, esto no es solamente una remembranza nostálgica, es también el agradecerles a los compatriotas mexicanos que vinieron en febrero a ayudarnos a combatir los incendios desde tan lejos; es también agradecerle a Beatriz Gutiérrez y a su equipo por haber rescatado textos inéditos del paso de Gabriela Mistral por México y habernos regalado un mural que hoy día está en el Museo de la Educación dedicado a Gabriela Mistral y que, si no me equivoco, es una réplica del que está en el Ministerio de Educación de México. Es intercambio económico, es intercambio cultural, pero es intercambio también de cariño y complicidad, y eso realmente no tiene precio.
A 50 años del golpe de Estado, seguimos recordando, seguimos haciendo memoria y seguimos honrando generosamente a quienes fueron solidarios cuando prevalecía el horror y a quienes nos antecedieron en construir un mundo más justo, que se construye en democracia y libertad.
Hay quienes a veces me dicen: ‘Tú no habías nacido para esa época. ¿Por qué tienes que opinar de eso?’ Porque tomamos la posta de su historia y porque sin ustedes nosotros no estaríamos acá. Y me parece muy importante recalcar aquello, porque acá, tal como decía el presidente Allende en Guadalajara, no hay querella generacional, sino encuentro generacional, y creo que se ve bien expresado en este acto de solidaridad entre países hermanos.
La democracia en sí misma es un motivo de orgullo, porque es en ella donde podemos reconocernos como integrantes de una misma historia colectiva, construida cotidianamente por todos y todas el despliegue de la diversidad y las diferencias que nos constituyen como pueblo.
Muchas gracias nuevamente a la comitiva mexicana, al presidente Manuel López Obrador por su presencia en estas tierras y el justo homenaje que hoy realizan a Isabel Allende y a su padre, Salvador Allende, una expresión de cariño que siento se extiende a todo el pueblo de Chile.
Que sepan, también tenemos a México en el corazón.
Muchísimas gracias.
Claudia Sheinbaum: Coordinadora Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación
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