🎨 “Preferiría no tener un retrato que tener este”
A veces, el golpe más fuerte al ego no viene de un escándalo político, sino de un pincel.
El expresidente Donald Trump, acostumbrado a desafiar el decoro y apropiarse del ridículo como estrategia, ha encontrado en un óleo colgado en la Galería de Presidentes del Capitolio de Colorado una afrenta intolerable.
No se trata de una nueva pintura ni de una obra de protesta.
El retrato fue realizado en 2019 por la artista local Sarah Boardman, la misma que pintó a Barack Obama y George W. Bush.
Pero Trump ha reaccionado ahora, asegurando que fue “distorsionado a propósito” para hacerlo ver mal, mientras el retrato de Obama —según él— “está estupendo”.
🖼️ Arte, política y narcisismo: un cóctel inflamable
El retrato fue financiado por una colecta organizada por el republicano Kevin J. Grantham, entonces presidente del Senado estatal, y ha estado colgado desde hace más de cinco años.
Sin embargo, Trump ha convertido el retrato en una nueva trinchera política.
Desde su red social Truth Social, Trump acusa al gobernador demócrata Jared Polis —quien no tuvo ningún rol en la comisión ni exhibición de la obra— de ser cómplice de esta “vergüenza artística”.
El ataque incluye referencias a la inseguridad en Denver y ataques personales, transformando una pintura en una nueva narrativa de polarización.
🧠 ¿Se trata realmente del retrato?
Más allá de la pintura, lo que este episodio revela es la profunda sensibilidad de Trump ante cualquier representación que no controle.
El arte, históricamente herramienta de crítica social y expresión, se convierte en blanco de una narrativa de victimización y conspiración.
Boardman no ha respondido públicamente a las acusaciones.
Sin embargo, su obra ya ha sido visitada y comentada más en una semana que en los cinco años previos.
🎯 Cierre con Impacto:
La reacción de Trump pone de nuevo en la mesa una vieja pregunta: ¿puede el poder político tolerar la representación artística crítica?
Este no es solo un asunto de estética, sino de libertad, de egos y de símbolos públicos.
¿Y tú qué opinas? ¿Debe un líder tener derecho a censurar su imagen pública? Déjanos tu comentario.
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