✍ Por Dra. Artemisa López
📝 Inicio: Una historia que se repite
Hace unos días, en las entrañas de X (antes Twitter), se desató una tormenta digital que dejó al descubierto algo más que insultos: reveló la soberbia de un personaje que se cree intocable. Un magnate con aires de justiciero, pero con el historial de un evasor. Un millonario que grita “libertad de expresión” y al mismo tiempo bloquea a quienes lo contradicen. Su nombre ya lo conoces.
Todo comenzó con un insulto misógino, una agresión pública disfrazada de “opinión”. Un apodo denigrante dirigido a una funcionaria, lanzado con la misma impunidad con la que ha manejado su fortuna. Pero si vamos a hablar de apodos, ¿por qué detenernos ahí?
💰 El verdadero rostro del saqueo
Mientras su ataque contra la funcionaria se viralizaba, las redes hicieron lo suyo: recordaron su pasado. Porque cuando se habla de evasores de impuestos, de negocios turbios y de fortunas manchadas por el influyentismo, su apellido siempre aparece.
📌 Recordemos algunos datos clave:
• Se negó a pagar miles de millones en impuestos, evadiendo al fisco con trucos y argucias legales.
• Se “olvidó” de una deuda millonaria con su primo Raúl Salinas, hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari.
• Construyó un imperio con trampas y privilegios, creyendo que el dinero lo blinda de toda crítica.
🔍 Pero el respeto no se compra. Se gana.
🏴☠️ El millonario que se cree rebelde
Lo más irónico es que, en su narrativa personal, se vende como un outsider, como un luchador contra el sistema. Pero la realidad es otra: es el producto más acabado de la élite que saqueó este país.
📢 Su legado no será el de un empresario brillante, sino el de un magnate arrogante incapaz de sostener un debate sin insultar.
Mientras su publicación sigue intacta con más de 1.2 millones de vistas, sin sanciones ni censura, una pregunta queda en el aire:
👉 ¿Por qué cuando un magnate insulta a una mujer, las reglas desaparecen?
⚖️ Cierre: El México que ya no se calla
Las redes tienen memoria, y en el México de hoy, ni su apellido, ni sus influencias, ni su fortuna lo van a blindar del juicio de la historia.
Se acabó la impunidad digital. Ya no basta con ser un millonario con Twitter. Ahora hay que sostener los debates con argumentos, no con insultos.
📣 Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que las redes están empezando a exigir mayor rendición de cuentas a estos personajes? Déjanos tu comentario.
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